Por: Juan Fernando González G.
Si atendemos una definición clásica, se puede afirmar que la depresión es un trastorno afectivo que se caracteriza por la tristeza y la pérdida de interés o de la capacidad para experimentar placer. El término depresión mental fue utilizado por primera vez por el psiquiatra escocés Robert Whytt (1714-1766), uno de los fundadores de la neurofisiología.
Datos recientes señalan que, en México, 15 de cada 100 habitantes sufren de esta enfermedad, aunque se cree que la cifra puede ser mucho mayor porque algunas personas jamás han sido diagnosticadas y viven, por increíble que parezca, hasta 15 años sin saber que tienen esta afección.
Un dato por demás interesante es el que arrojó un estudio realizado por la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el año 2019. De acuerdo con dicha investigación, casi seis millones de niños y jóvenes de entre los 12 y los 22 años podrían estar sumergidos en la depresión. Otro grupo vulnerable son los adultos de más de 65 años, quienes son presas de una sensación de desesperanza debido a la falta de empleo, un cambio de vida o la pérdida de su pareja.
¿Y la pandemia?
De acuerdo con Patricia Guízar Sánchez, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, la salud mental en el mundo se encuentra fuera de control desde hace algunos años, situación que se ha agravado por la situación ligada a la covid-19.
La pandemia, señala la especialista, ha generado varios retos para los trabajadores de la salud, quienes son susceptibles de experimentar estrés o síndrome de Burnout (agotamiento físico y mental, además de falta de motivación para su desempeño), así como periodos de ansiedad causados por la cantidad de trabajo, la incertidumbre acerca del tratamiento más adecuado para tratar la covid-19 y el fallecimiento de los pacientes.
El distanciamiento social al que nos hemos visto sometidos, explica la experta, ha generado el incremento en los sentimientos de soledad y desesperanza, así como el de los trastornos de ansiedad y depresivos en la población infantil y juvenil. ¿Las causas? No saber cuándo podremos regresar a la normalidad, el cambio brusco en nuestra rutina y la imposibilidad de “despedirse” de un familiar o amigo fallecido a manos del Síndrome Respiratorio Agudo Grave.
Sí se puede
Una persona que reconozca tener los síntomas de la depresión (profunda tristeza; pérdida de interés por las cosas y actividades que antes disfrutaba; sentimientos de vacío y/o culpa; comer en exceso, o perder el apetito; dormir mucho más de lo habitual, o sufrir insomnio, así como una sensación constante de cansancio, apatía y fatiga, y dificultad para concentrarse), se sentirá reconfortado con el apoyo de su familia y sus amigos, para lo cual puede valerse de las ventajas tecnológicas con las que contamos hoy.
Si lo considera necesario, podrá acudir con un especialista en salud mental (ya sea un psicólogo o un psiquiatra), quien podrá ayudarlo a superar esta condición a través de una terapia ─individual, grupal o combinada─ y la prescripción eventual de alguna medicación.
Los médicos homeópatas, reconocidos por atender a sus pacientes de manera integral, podrían ser de gran ayuda para superar este tipo de afecciones. Del mismo modo, se puede recurrir a productos naturales homeopáticos de venta libre que son muy efectivos en contra de algunos síntomas asociados a la depresión, entre ellos los que contienen sustancias activas provenientes de la Passiflora, la Ignatia y la Valeriana, plantas que desde hace mucho han demostrado tener una acción tranquilizante, relajante e inductora del sueño.
La Valeriana, en específico, incrementa la cantidad del neurotransmisor cerebral conocido como Ácido gamma-aminobutírico (GABA), vital para el equilibrio cerebral. También contiene algunos antioxidantes como la hesperidina y la linarina, cuyas propiedades proporcionan un estado de serenidad y bienestar.
Referencias
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