Juan Fernando González G.
La obesidad se ha convertido en los últimos 30 años en un problema de salud pública que afecta a uno de cada tres niños y adolescentes, y a siete de cada diez adultos en nuestro país. Por sí misma, esta enfermedad puede generar un sinnúmero de problemas, pero cuando se vincula directamente con la diabetes, la hipertensión y otros padecimientos cardiovasculares la situación se torna sumamente compleja.
Los expertos han establecido que la obesidad “es una enfermedad crónica multifactorial en la que están involucrados aspectos genéticos, ambientales y de estilo de vida, que condicionan una acumulación excesiva de grasa corporal. Los principales factores de riesgo son la inactividad física (sedentarismo), la ingesta de alimentos con alta densidad energética y en grandes porciones, el consumo de refrescos y bebidas azucaradas, así como una frecuente ingesta de alimentos entre comidas”.
La modernidad y el sobrepeso
Los hábitos alimenticios de la sociedad mexicana cambiaron diametralmente con la llegada de la modernización y la industrialización. En México, y en la mayor parte del mundo, la tecnología logró que se pudieran refrigerar y congelar los alimentos a partir de 1930. Poco después, los productos naturales y frescos sucumbieron ante los comestibles con conservadores, envasados en bolsas o latas atractivas, cuyos sabores y colores eran ─y son─ artificiales.
Efectivamente, la cercanía con Estados Unidos, el país que se vanagloria de haber creado una extensa gama de comida chatarra, ha generado que adoptemos muchos patrones nocivos para nuestra salud. De allí que sea interesante echar una mirada a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012, acerca de la dieta de la población mexicana.
El estudio revela que los mexicanos:
El consumo de bebidas azucaradas se asocia con un menor consumo de vitaminas y minerales, lo que no sólo favorece la presencia de obesidad sino también la de desnutrición por deficiencia de micronutrientes, con lo que se ocasiona una doble carga de mala nutrición. En el caso de los niños, el consumo de este tipo de líquidos (refrescos, néctares, bebidas de sabor, aguas frescas, café/té con azúcar) es muy alto y comienza desde los primeros meses de vida.
Un dato por demás revelador es el siguiente: el porcentaje de niños menores de dos años que consumieron bebidas azucaradas el día anterior a la entrevista que consigna la Ensanut fue de 47% para bebidas no lácteas, y de 17% para bebidas lácteas; con un consumo promedio de 45 y 35 kcal/d, respectivamente. Esto se observó aun en menores de seis meses, quienes deben alimentarse exclusivamente con leche materna.
Un planeta gordo
* En epidemiología, se denomina prevalencia a la proporción de individuos de un grupo o una población que presentan una característica o evento determinado (en medicina, enfermedades).
Homeopatía, gran auxiliar para combatir la obesidad
Como sucede con la mayoría de las enfermedades, el paciente que padezca de obesidad debe saber que no es posible encontrar una solución mágica. “Para el diagnóstico adecuado de los pacientes con obesidad se requiere una historia clínica, exámenes clínicos básicos y la revisión de aspectos psicológicos y sociales del paciente para poder establecer un estilo de vida saludable. El manejo dietético y el ejercicio físico serán de primera intención si no hay enfermedades graves concomitantes.
Así lo consigna un grupo de médicos homeópatas en un artículo científico relacionado con la obesidad y la Homeopatía, en el que se enfatiza que “el factor psicológico es un punto especial en el contexto de la familia y los desafíos sociales; de allí que sea necesario evaluar la presencia de trastornos psicológicos como causa de obesidad”.
Los investigadores señalan, asimismo, que diversos “estudios realizados en niños y adolescentes demostraron que la obesidad crónica se asocia con trastornos psicológicos, como estrés crónico, ansiedad y depresión (que es más evidente a mayor grado de obesidad y se asocia con la ingesta de alimentos restringidos)” afirman.
Una opinión que es de gran valor es la del doctor Julio César Zavala Castillo, exjefe del Servicio de Endoscopia Gastrointestinal del Hospital Nacional Homeopático, quien señala que existen tratamientos homeopáticos eficaces para acelerar el metabolismo del cuerpo (proceso en el que la comida se convierte en energía), lo que permite que el tránsito del alimento a nivel gastrointestinal sea más rápido. De esa manera, es posible que haya una menor absorción de las grasas.
Por su parte, el doctor Alberto Sacristán Rubio, médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y expresidente de la Sociedad Española de Médicos Homeópatas, señala: “La utilización de la Homeopatía me ha ayudado mucho para tratar a estos pacientes. Los medicamentos homeopáticos cuentan con un perfil de seguridad importante.
“Tenemos que tener en cuenta que el paciente obeso tiene otros problemas de salud como diabetes, hipertensión, artrosis y toman medicación para controlar esas enfermedades. Por ello, los medicamentos homeopáticos podemos utilizarlos debido a su eficacia”, concluye.
Referencias
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